martes, 17 de noviembre de 2009

Entrevistas...(Lorena O’Keeffe)

Heidi Schönleber Sammet, una mujer que dedicó su vida al voluntariado en Bolivia


Por: Lorena O’Keeffe Ascarrunz



A sus 80 años de edad, Heidi Schönleber Sammet continúa trabajando como voluntaria en Bolivia; actividad que realiza desde sus 26 años.

Nació el 8 de agosto de 1939 en Stuttgart-Alemania, a principios de la segunda guerra mundial. A pesar de haber vivido una cruda infancia debido a la post guerra, Heidi siempre tuvo el deseo de ayudar a los demás, y es por eso que en sus vacaciones trabajó como voluntaria en hospitales y la Cruz Roja. Posteriormente se convirtió en instrumentista en ginecología

Gracias a sus buenos resultados recibió muchas ofertas para ser profesora para futuras enfermeras, pero en ese momento le llegó un a invitación de su gobierno para participar en el Servicio de Voluntarios Alemanes, una organización que manda a jóvenes alemanes profesionales a países en África, Asia y Sud-América. Y es así como Heidi es destinada a Bolivia, específicamente a Muyupampa, como enfermera.

A continuación se muestra la entrevista que se le realizó. Se respetó el estilo y la forma Alemana-Boliviana de hablar.

¿Cómo comenzó su labor como voluntaria?

Siempre quería conocer otros mundos, compartir con otras personas y sobre todo colaborar como estudiante con el esfuerzo de pacificar de nuevo las naciones europeas, mediante la juventud nacida durante y después de la segunda guerra mundial.

¿Cómo y cuándo y llega a Bolivia?

Llegué con el primer grupo de 24 Voluntarios Alemanes vía Brasil a Santa Cruz el 28 de diciembre de 1965. Mi destino final era Muyupampa. El viaje en jeep no lo voy a olvidar nunca. En nubes de polvo avanzábamos lentamente, los baches y las quebradas que cruzaron los caminos causaban rítmicos golpes, esquivarlos era imposible.

¿Cuál fue su primera impresión cuando llegó?

La verdad quedé bastante impresionada cuando llegué a Santa Cruz porque no había todavía ninguna calle con losetas o asfalto. Pero una vez que llegué a Muyupampa me encantó todo: el clima, la vegetación, todo el pueblo con su gente tan cariñosa, además esta muy feliz al ver que mi cuarto era grande, con piso de ladrillo, paredes de adobe pintadas con cal, había una cama y una mesa. La verdad yo esperaba menos.

Además de sus tareas como enfermera, ¿usted tenía otras ocupaciones?

Sí, di clases de trabajos manuales en la escuela, me hice cargo del Kindergarten del pueblo y de la administración del internado que pertenecía a la escuela. Mis actividades se extendieron a todo el ámbito del desarrollo de la comunidad.

¿Cómo conoció a su esposo, Coronel Néstor Ruiz?

Lo conocí en las guerrillas. Él era teniente y su misión era capturar a los guerrilleros. Visitó y observó cuidadosamente mi sanidad. Después de un mes, regresó con varios envases y cajitas que halló en un campamento de guerrilleros y los comparó con los que yo tenía, y me preguntó si yo había estado colaborando con los guerrilleros. Yo le expliqué que muchos campesinos me visitaban porque necesitaban medicamentos para sus animales enfermos y como pagaban en dólares, yo no ví ningún problema en darles lo que pedían. Lógico, todo se aclaró.

¿Qué pasó cuando tuvo que volver a su país?

Me sentí muy feliz de estar nuevamente con mi familia, pero durante las primeras dos o tres semanas recibí 16 cartas de Néstor y unas cuantas otras de mis alumnos de Muyupampa, y ahí sospecharon que algo pasaba. Trataron de retenerme, pero volví a Bolivia en febrero de 1969 y me casé con Néstor.

Una vez casada, ¿continuó con tus labores como voluntaria? No le causó ningún problema con su esposo?

Claro que sí, esa siempre fue mi forma de vida. Mi esposo era militar y estaba destinado a muchos lugares y yo siempre encontraba algo en que ayudar a la comunidad. Él se sentía muy orgulloso de que yo colaborara a esas personas.

¿Se arrepiente de haber dejado Alemania?

No estoy arrepentida de nada, lo que se hace con ganas se hace bien. Yo estoy segura de que en Alemania yo hubiera sido una buena profesora para futuras enfermeras, pero aquí más bien he podido desenvolverme y realizarme en una forma mucho más amplia. Estoy muy contenta con mi doble patria: Alemania y Bolivia.

¿Cuál considera usted que es su logro más grande?

Lo que más alegría me da es que he conseguido el cariño y aprecio de mis hijastros. No les he causado dolor, no les he hecho daño, al contrario siempre he sentido algo positivo por ellos y ellos por mí.

¿A qué se dedica actualmente?

Soy miembro del Movimiento Esperanza. Voy a ir a suburbios de la ciudad de La Paz donde no hay iglesias ni catequistas, donde los niños están solos ya que sus padres trabajan. Los induzco a juegos didáctico-pedagógicos, cuido de su limpieza y les enseño buenos modales de conducta.





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