Por: José Carlos Velasco
Entre los fotógrafos más conocidos de Bolivia, se encuentra un hombre frío pero a la vez gracioso, cuya imagen no pasa desapercibida por las calles de la urbe paceña: Antonio “Tony” Suárez. Acompañado en la vida por sus tres hijos y su esposa, quien en medio de la entrevista le dice entre broma y broma a Tony, “Y estamos solos puej, ¿no queréj aprovecharme?”, a lo que Tony le responde “Ahoritinga”, demostrando de esta forma el afecto que existe en su ambiente familiar.
Admirado por los amantes de las fotografías y por las nuevas generaciones de fotógrafos, Tony trabajó por más de veinte años en la revista TIME. Ha cubierto eventos como olimpiadas, transmisiones de mando, campañas electorales, lanzamientos de transbordadores, y mundiales de fútbol. Pero en su vida no se ha dedicado únicamente a eventos como los que acabamos de mencionar, pues entre la gran variedad de fotografías que este hombre ha sacado, en su oficina se pueden observar fotos de “potitos”, que resultan en cierta forma graciosas, pero a la vez connotan la belleza que él ve y que la resalta por medio de una cámara. De todos modos, aquél que nos puede dar más detalles de Antonio Suárez, es sin duda él mismo.
Tony, tus fotografías aparentemente no siguen un patrón, un tema. Tienes fotografías de todo tipo. ¿Existe un por qué de esto?
Yo encuentro que lo más bello de la fotografía es la diversidad.
Has trabajado por más de 20 años en la revista TIME; trabajaste junto a Neil Leifer. ¿Qué relación existía entre ustedes?
Él vino a trabajar a la revista, considerado entre los diez mejores fotógrafos de deporte en el mundo, cuando yo estaba encargado de una sección llamada “tráfico de fotografías. Me acerqué y le dije que yo estaba estudiando fotografía y tenía mucho interés y ganas de trabajar con él. Comenzó a usarme como su asistente. Ahí comenzó una amistad que nos llevó a viajar alrededor del mundo. Yo trabajaba y me escapaba para ayudarlo y poco a poco fui trabajando más con Neil y menos con la cosa de tráfico, descuidando mi trabajo.
Parte de mi trabajo se volvió que yo era el nexo entre los fotógrafos y laboratorio, o todo el equipaje que necesiten. Entonces me volví como en el “súper ayudante” de todos. Fue evolucionando hasta el punto en que me ascendieron a fotógrafo. Antes de eso nunca TIME había tenido un asistente para los fotógrafos. Fui el primero y el único.
Cada fotografía debe tener una larga historia que contar. ¿Cuál es la foto (tuya) que más te ha impactado? ¿A la que le tengas más afecto?
Bueno, cada cual tiene su historia, su momento. No sé cual foto yo diría “esta es mi favorita”. Hice toda una serie de potitos y sigo haciendo. Me acuerdo en el último mundial que fui, que fue en Estados Unidos, Maradona metió un gol: fue su último gol en el mundial. Tengo una foto que esta pateando la pelota que fue el gol. Pero hay otras fotos.
Has estado congelando momentos de la realidad. ¿Qué clase de cambio hubo? ¿Podría ser una explicación al dinamismo que llevas con respecto a la variedad de fotografías que has sacado hasta ahora?
He estado aquí en La Paz veinte años casi de vuelta y se ve un cambio de cuando yo llegué a hoy, se ve un cambio de la ciudad. Se ha llenado de autos, se ha vuelto más bulliciosa, es más agresiva, está mucho más limpia, más verde, más moderna.
En comparación con otros países, en cuanto a la fotografía, ¿Cómo estamos avanzando?
Antes lo tomaban más como un oficio. No invertían tanto en su equipo, en sus instrumentos de trabajo y se quedaban con sus cámaras que se estaban muchas veces deshaciendo en sus manos. Creo que eso ha cambiado mucho. Es importante avanzar con la tecnología, sino te quedas atrás. Y nadie quiere quedarse como dinosaurio y sabes lo que le pasó a los dinosaurios.
En una fotografía, ¿cuánto depende del fotógrafo y cuánto depende de la estética de lo que se está sacando?
Cada fotógrafo va a sacar eso diferente. Creo que depende del fotógrafo en gran parte. A veces está todo ahí, pero si el fotógrafo no lo hace correctamente, creo que no hay chiste. La máquina es el instrumento para hacer las cosas. El fotógrafo es el que le pone el corazón y el cerebro, y ahí está la diferencia.
Muchas fotos del World Press Photo son realmente sugestivas. Muestran en muchos casos pobreza o sufrimiento. El que saque fotos así, ¿debe considerarse como una persona insensible? Siempre me he preguntado ¿Cómo se atreven a sacar fotos así?
Hay momentos muy difíciles para fotografiar, pero como profesional lo tienes que hacer. No te puedes dar el lujo de decir “yo no hago estas cosas”. Si el momento de dolor está ahí y tú tienes que registrarlo, ese es tu deber. Para eso has decidido ser fotógrafo. Generalmente creo que uno es hasta a ratos mucho más sensible, pero eso lo tienes que empujar hacia abajo y que puedas mostrar eso. Estamos rodeados de pobreza, de mucha injusticia y todos los días las tenemos que abordar.
De tus hijos, ¿A alguno le interesa la fotografía?
Creo que sí, pero no se manifiesta todavía. Eduardo tiene interés pero tiene miedo, todavía está en un proceso de aprendizaje. Valentina podría ser muy buena fotógrafa, creo que tiene un cierto don, pero todavía tiene que descubrir la cámara. La más chica todavía le gusta, pero tiene otros intereses. Hay gente que comienza a fotografiar desde pequeño. El famoso caso del fotógrafo francés que se llamaba Lartigue, que a los siete años el padre le regaló una cámara y desde los siete años comenzó a fotografiar. Es considerado uno de los maestros de la fotografía.
¿Tú a qué edad comenzaste?
Yo comencé un poco más tarde. (Risas) no estoy seguro, cuando estaba alrededor de los 17 a 18 años.
Algo que realmente te identifica, algo que no lo hacen muchos, es tu propia imagen. ¿Desde cuándo eres ese Tony Suárez que vemos en las calles?
Bueno, yo perdí el pelo. Lo que tengo se llama Alopecia. En parte viene de los genes y en partes es una cosa de nervios, donde pierdes el pelo. Primero, cuando era más chico, se caía en tiempos de más tensión en ciertas zonas. Cuando volví de Estados Unidos acá ya comenzó a ralearse el pelo y parecía una pelusa más que otra cosa. Entonces me afeité y de ahí no me volvió a crecer. Y si tú notas no tengo cejas ni pestañas.
¿Desde cuando tienes esta imagen?
Debe ser el 92 o 93, es cuando perdí el pelo. A un comienzo andaba sin gorrita. Fui a Tarija para un evento y me tiré una quemada espeluznante en la cabeza, entonces dije “no…gorra” y generalmente las gorras con visera son molestosas cuando uno está fotografiando. Entonces la boina fue la que prefería, porque en primer lugar si estás en auto, el viento no se la lleva y lo otro es que me protege mi cabeza y no me molesta al fotografiar.
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